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lunes, 29 de mayo de 2017

POR SEVILLA AL AMANECER, CAMINO DEL ROCÍO


Las primeras luces del alba iluminan la imponente fachada de la Parroquia de la Concepción Inmaculada. A pesar de la temprana hora, la alta temperatura vaticina que este día de los inicios de verano será caluroso.

Las puertas del templo parroquial se abren y una sencilla Cruz de madera se alza hacia el cielo de Sevilla para iniciar su andadura. Tras ella, un centenar de peregrinos, hombres, mujeres y niños, con las mochilas sobre sus espaldas, inician nerviosos y emocionados, el camino.


Este viernes es día laborable. Los transeúntes y los automovilistas madrugadores que se dirigen a sus ocupaciones, ven pasar con curiosidad a un centenar de peregrinos que caminan por las calles y avenidas de Sevilla.



Alguien nos mira y nos sonríe abiertamente.

Gracias por tu sonrisa, seguro que deseas preguntarnos muchas cosas pero vas con el tiempo justo a tu trabajo y no puedes entretenerte. Nosotros tampoco podemos detenernos a responderte, porque el camino de hoy es largo, muy largo, y se nos viene el tiempo encima.

Por eso, ahora que tanto tú como nosotros tenemos tiempo, te vamos a contestar encantados a todas tus preguntas, para satisfacer tu sana curiosidad.

Mira… somos los peregrinos de Nervión y acabamos de salir de la Parroquia de la Concepción. Vamos andando al Rocío, llegaremos en la mañana del domingo.



Sí, como ves, todas nuestras cosas las llevamos encima, en la mochila. En el remolque de un tractor que nos espera a las afueras, va nuestra comida. Unos peregrinos que se sacrifican por los demás, nos preparan los desayunos, los almuerzos y las cenas. Dormimos en el suelo.

Claro que está lejos, unos ochenta kilómetros. Ahora vamos hacia la Base Militar de El Copero; tras cruzarla, caminamos hasta llegar a la orilla del rio; nos montamos en la barca y desembarcamos en Coria; después continuamos hacia La Puebla; seguimos caminando entre los arrozales en busca de los pinares donde pasaremos la noche. El sábado muy temprano comenzamos a caminar, pues tenemos que llegar pronto al Vado del Quema; continuamos hacia Villamanrique; dormimos en una finca cercana a la Raya. El domingo madrugamos muchísimo, la Raya Real, Palacio, la “Raya chica”, el Ajolí… Y, por fin, llegamos al Rocío.




¿Qué por qué lo hacemos? Porque, ante todo, somos cristianos y devotos de la Virgen María; porque nos gusta y porque disfrutamos peregrinando todos juntos hacia Ella.



Si, rezamos, claro que rezamos todos los días. Rezamos y cantamos ante los Simpecado de Coria, de La Puebla y de Villamanrique; en la barca de Coria, en El Quema, en La Raya, en el Ajolí, en los pinares… Rezamos el Ángelus y el Rosario. Cantamos muchas veces la Salve. Y escuchamos la Palabra de Dios. El domingo, a medio día, celebramos la Santa Misa ante el Pastorcillo Divino y la Virgen del Rocío.




¿Qué si es cansado y duro el camino? Claro que sí, pasamos muchísimo calor, la mochila pesa, a veces pasamos sed, dormimos mal, las piernas se nos cansan, en los pies nos salen ampollas y nos pican los mosquitos. Pero somos felices caminando para ver a la Virgen, pues como dice la plegaria que cantamos:

Este es el camino que a mí me gusta, esta es la manera de yo quererte, venir de peregrino hasta tu Ermita, cantando sevillanas junto a mi gente.


Como ves, caminamos juntos. Los peregrinos somos una familia. La Peregrinación ocupa un lugar muy importante en nuestras vidas. Todo el año estamos, como dice la sevillana, soñando con el camino. Mantenemos entre nosotros unos fuertes vínculos afectivos. La Peregrinación anual propicia una fraternal convivencia cristiana durante todo un año de ilusionados preparativos y organización. Sí, somos una familia, una gran familia.



Gracias, muchísimas gracias por tu cariñosa sonrisa, por desearnos Buen Camino y por decirnos:

¡Vivan los peregrinos de Nervión!






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